martes, mayo 26

SI KURT COBAIN ESTUVIESE VIVO, VOLVERÍA A SUICIDARSE

Tal como el 7 de Abril de 1994 su cuerpo muerto volvería a sorprender al mundo, y en su carta de despedida afirmaría nuevamente que “La felicidad no se puede comprar”. Volvería a suicidarse al ver una larga fila de pantalones rotos en venta dentro de grandes cadenas de supermercado y los estampados de polos con su rostro, producidos en masa para una multitud fans adolescentes (y/o adultos que adolecen de autonomía), o al encontrarse sentado firmando autógrafos mecánicamente, chantajeado por las empresas auspiciadoras para fingir una sonrisa frente a una gran cola de personas ansiosas por tomarse una foto con él. Volvería a suicidarse, para dejar de sentirse “como una marioneta insensible antes de salir al escenario”, pues “es mejor quemarse que extinguirse lentamente”.

Para la cultura underground, conformada por pequeños grupos urbanos con cada vez mínima incidencia social, las cosas no han cambiado; y si han cambiado, han cambiado para peor: ¿“Smell like teen spirit”?; no, Courtney Love todavía hace fortunas con las grabaciones de Nirvana; la sociedad apesta cada vez más, y casi no podemos evitar respirarla.

Cuanto más dinero circula, el placer musical se estanca; los contratos apagan el fuego de las canciones; los auspiciadores marchitan las flores que antes avivaban la inspiración del poeta frustrado y su bohemia guitarra. Las expresiones, los gritos, la energía y la rabia que alberga dentro y fuera de los escenarios se ven disminuidas cuando se convierten en un producto que puedes comprar. Si antes la música era la vida, ahora es un maldito negocio y en lugar de acudir a un concierto parece que visitásemos los inexpresivos pasillos de un centro comercial.

Teleticket, Tiendas Wong y Metro, Compre peruano[1], No apoye la piratería. ¿Y dónde quedó la autonomía y la rebeldía juvenil?; Oh si, también tenemos, ¿desea comprarlas con tarjeta o en efectivo? (¡Mierda!, si Kurt Cobain estuviese vivo, antes de volver a suicidarse, liberaría sus propios discos de los tentáculos de las tiendas sin pagarlos, haciendo del robo una verdadera aventura, para clandestinamente obsequiarlos en conciertos secretos de grunge).

En oposición al aburrimiento de la presente juventud rockera (R.I.P.), los subtes de los años ochenta en Perú saboreaban mucho de la autonomía y el Hazlo tú mismo. Las condiciones económicas y la calidad musical eran precarias (en comparación con la nueva generación amparada por el imperio mega-industrial), “Pero, qué chucha, esto es punk, no música para MTV”. La música acercaba a la gente, el ambiente era festivo y estéticamente atrayente; sentir el sudor por el cuerpo y poguear era una liberación de tensiones generalizada, una demostración de amor y fraternidad más intensa que el mecánico saludar de mano o que un frío “Habla, huevón”. Durante un concierto se podían disfrutar momentos de anarquía, y no sólo por que un grupo mencione el término en una canción cantada sin pasión[2] o por que muchos la llevasen estampada en la ropa como un símbolo.

Pero los tiempos han pasado desde entonces. La economía intentó bajar el volumen del grito de los viejos subtes clausurando locales, castigando a los participantes y satanizando a través de los Mass-media el rock subterráneo y toda clase de actividad que estuviese fuera de la normalidad; y aunque muchos imbéciles callaron por miedo, siempre hubo motivos para seguir gritando. Otros sólo cambiaron de escenario, haciendo de universidades, centros de trabajo y de las mismas calles espacios de expresión para corazones rebeldes. Comprendieron que la verdadera rebeldía no se encuentra en interpretar canciones contestatarias, sino en expresarse contestatariamente.

Si la economía no puede gobernar un proyecto musical, hace lo imposible por impedir que este pueda realizarse. Pero su omnipresencia no cubre sólo cuestiones puramente musicales sino también todos los aspectos de la vida: desde que despiertas y ves a personas caminando con prisa y con cara de muerte preocupadas por tomar un bus que las dirija hasta el trabajo donde serán tratadas como máquinas de producción económica… hasta cuando, en casa, o fuera de ella, eres valorado por tus condiciones productivas-económicas y no por tu “belleza espiritual”. Si te acuestas en la cama o en un parque a reflexionar sobre tu vida eres tildado como un vago y bueno-para-nada; pero, si eres obediente y permites que un jefe alquile la tercera parte de tu vida (ocho horas diarias) resulta que eres una persona de bien y que mereces el paraíso; pero el único paraíso que nos puede ofrecer este mundo es el miserable tiempo alienante que resta de trabajar-volveracasa-y-dormir y que terminará por ser devorado por la televisión o por los supermercados.

Bajo la lógica de este mundo absurdo, la música no es finalmente derrotada sólo si tiene la capacidad de ser una potencia en el mercado y sumergirse entre las normas y prohibiciones que son dictadas por el sistema económico. Y, claro, si cantas una canción por que vende, no fracasarás como un aprendiz comerciante, pero habrás convertido a la música en una prostituta y no en el amor de tu vida. El mayor placer que disfrutes consistirá en contar el dinero de fin de mes, olvidarte de los amigos (secuestrado por el dinero) y esperar que un imbécil te vuelva a contratar… tarde o temprano terminarás siendo una ramera del dinero y de las leyes, luego de ser un triste “caficho musical”.

El mismo dinero que puede utilizarse para encender un amplificador puede utilizarse para apagarlo, pero para encender la pasión musical es necesario apagar el dinero (o encenderlo con fuego hasta transformarlo en ceniza, aunque muchos insistan en preferir el humo de la marihuana). Entonces, ¿cómo salir de esta absurda espiral de competencia, economía de muerte, aburrimiento burocrático y obediencia cerebral?, ¿cómo cantar sin estar vigilado por policías[3]?, y más aún, ¿cómo vivir sin policías? Podemos musicalizar la vida brevemente, podemos tararear una canción una noche cualquiera luego de haber terminado con las obligaciones y las labores humillantes del día, pero ¿cómo devolverle la vida a la música? El suicidio puede ser una opción para escapar, y morir sin culpas, pero Kurt no está esperándote en el cielo[4]. Busca en el infierno algo mejor.

[1] Esta frase constituye una traición doble a la música. La música ni debe ser un negocio, ni debe tener patria; si alguien afirma lo contrario para venderte un disco, ya encontraste al verdadero estafador.

[2] Del mismo modo que los jóvenes cantan “Al colegio no voy más” dentro de la escuela, luego de entonar el himno nacional, a Daniel F ya le deben “haber llegado al pincho las lecciones” de las canciones del “A la mierda lo demás”.

[3] Policía: Todo aquel que reprima tus incontrolables deseos de expresión, o los utilice (la táctica utilitarista es sólo una sutil práctica de represión), en defensa de la economía (empresarios, auspiciadores, disqueras, prensa, copyright y un larguísimo etc.).

[4] Con esto se pretende dejar en claro que no existe interés alguno en idolatrar la figura de Kurt Cobain como medio de representación de alguna idílica escena grunge, sino de tomarlo en cuenta como una referencia viva o muerta (esto es lo que no se puede dejar en claro), pero como una referencia a fin de cuentas.

AUGURIO DE NOCHES, EN PAPELES ARRUGADOS

En tus ojos hay mariposas de colores
que se enredan
en pétalos primaverales.
Quítamela ropa
y desapareceré del mapa,
y me perderéen tu boca.
Me perderé en el mar
antes de que nuestro barco se hunda,
me volveré estrella abandonada,
sirena temida,
rama sin sombra,
lunar secreto
escondite de niño triste.
Me encontraré en tu cuerpo
como bigotesde gato,
como semilla al viento,
como luna llena
acariciando
tus aullidos.

domingo, abril 19

MALISSE JUEGA DEBAJO DE TUS ALMOHADAS.

Malisse nació en Lima y vive, hasta el día de hoy, en casa de sus dos padres. Ellos siempre le brindaron comodidades materiales, pero poco tiempo para convivir juntos; al parecer, esto causa molestia y resentimiento en Malisse quien, al respecto, comenta lo siguiente: “Dicen que tuve una infancia tranquila, pero es mentira. Mis padres son los que mas hablan de mí, y los que menos me conocen. ¿Qué puede saber de mi alguien que en lugar de ofrecerme abrazos y amor lleno mi cuna con juguetes de plástico?”.

Malisse es una invisible carta de amor

Ella desarrolló la escuela sin problemas de aprendizaje, siempre destacó por su nivel de inteligencia, pero las actividades que se imponían como tarea obligada no eran de su agrado. Incluso, actualmente, lamenta haber experimentado esta etapa; en lugar de dedicarse a algo que ella augura, de manera irónica, como la verdadera vía y más revolucionaria forma de mejorar el mundo: el juego. Sin embargo, acepta que las aulas escolares le permitieron compartir experiencias con personas con cualidades similares, niños y jóvenes con problemas en casa, o en la misma escuela, similares gustos y deseos de delinear síntomas de alegría en sus vidas. Malisse no gustaba del deporte, y si de temas que implicasen razonamiento. El recreo lo aprovechaba para charlar con sus amigos y amigas, bromear y jugar, sentarse en las gradas, detenerse a mirar el cielo, las flores del jardín, la sonrisa de los demás niños; “ello fue lo más educativo de la escuela”, comenta, antes de reír con tono sarcástico.

Malisse asegura que no encontró fuera de casa lo que perdió dentro: el amor. Pero que, sin embargo, encontró personajes que derivaban de las mismas carencias afectivas; con los que pudo construir lindos momentos; y, sin los que, probablemente, sus intentos suicidas hubiesen florecido con mayor velocidad. Además, comenta que, la calle muchas veces se convertía en una extensión de la opresión de su casa, y no un lugar diferente; que muchas de las personas que conocía le recordaban a sus padres: “Ellos caminaban apurados, rumbo al trabajo, ¿les preocupaba la vida de sus hijos?, no, les preocupaba el dinero; si verdaderamente les preocupase el bienestar de sus hijos, no los dejarían en manos de una empleada, no los abandonarían. Ellos no tenían rostro; pero si la misma silueta que tus padres y los mismos”.

Es por eso que tiene mayor referencia de las paredes de su cuarto que de las calles de la ciudad, pero ha transitado por una gran lista de libros, dedicándose también a escribir dentro de casa; pues no simpatizaba con el común de las personas de la calle, ni con el común de objetos tecnológicos que estas habían destinado como portadores de felicidad. No concurría a fiestas a menudo, o iba en consenso con sus compañeros de estudio; pero, donde estuviese, intentaba extraer lo mejor de la vida, sentirse lo mejor posible. Y muchas veces no lo conseguía.

Malisse se trepa de un arbol, y cae como manzana prohibida

De este modo la vida de Malisse se fue desenvolviendo, dando saltos, haciendo pausas. Días y noches con alegrías y tristezas transportándose de la cama del dormitorio desordenado al plato de comida sintética esperando ser calentado por el microondas, desde la ventana de cortinas abiertas sobre la que se asomaba el brillo solar hasta los restos no barridos del espejo roto; sonidos que nunca fueron tomados en cuenta y silencios que expresaban la soledad de la existencia; experiencias sociales que hacían experimentar frustraciones y frustraciones que hacían emprender experiencias personales.

“Cuando rompes un plato, alguien te grita. Y cuando alguien te grita, te sientes como un plato arrojado al suelo: roto. Experimentas su existencia.” Malisse, además, comenta que cuando no hay nadie quien grite, o juzgue, uno mismo toma el disfraz de juez y busca hallarse los sentimientos de culpa. Ella rompió muchos platos, pero siempre comía la comida: Sus padres no la ven como una joven-problema; sus profesores, tampoco, como una estudiante irresponsable; su psicólogo fue engañado y todas sus terapias, canceladas; sus amigos de infancia suponen que se ha mudado. Y Malisse piensa que los que más mienten en el mundo son ellos; que ella lo hace por la necesidad de ser sincera consigo misma; por que ser sincera con la sociedad la condenaría a pasar el resto de sus días en el manicomio o la cárcel.

Actualmente estudia antropología y biología; pero lamenta que, irónicamente, sean los biólogos quienes se encarguen de matar en los laboratorios, para después elaborar argumentos sobre el fluir de la vida; y que los antropólogos hayan desvelado novedades sobre la historia de la especie pero tengan que conformarse con la ciencia y el progreso de un mundo que la domestica e impide su verdadera evolución. También gusta del Yoga, que es, según sus palabras, “la masturbación interna de todo el cuerpo”. Desea encontrarse con el campo, aprender a vivir por si misma, con personas con las que si comparta intensiones y anhelos. Desea un estilo de vida que no puede comprarse en un supermercado; recuperar lo perdido, e intuye que ha de empezar buscando en su corazón para crear hacia fuera espacios de convivencia en los cuales enredarse alegremente. Tal vez crear un mundo nuevo sea posible, colorear la vida que ahora luce marchita.

lunes, abril 13

RAZONES POR LAS QUE TODOS LOS PARTIDOS POLÍTICOS DEBEN MORIR.

- Por que si la política consiste en la toma de decisiones sobre la vida cotidiana, ella es el quehacer voluntario e inevitable que se desliza en todas nuestras relaciones, y no debe ni necesita delegarse a un grupo o institución separada de nosotros mismos. Pero, si resulta que “Política es el arte que sirve de excusa para que unos gobiernen a otros”, ¡a la mierda la política!

- Por que tal tiránica institución, el estado, existe; y estorba. Las instituciones dificultan, retrasan e irritan los mensajes que hacemos resbalar en nuestra telaraña de deseos, por que impiden la comunicación directa, boca a boca; mediando todas nuestras relaciones. Los medios no nos unen, nos separan; y ello genera insatisfacción, confusión enajenante y aburrimiento.

- Por que los partidos políticos se muerden las uñas, de la preocupación, mientras traman la ascensión de un gobierno todo-poderoso; y nosotros, que queremos que la política se tome de la manito con el gozar de la vida y el amor, no queremos que nos gobiernen. Queremos amarnos, revolotear juntos, y que de allí en adelante la vida fluya desmesuradamente, por los siglos de los siglos.

- Por que la Libertad no es la triste posibilidad de elegir a un nuevo dueño, cada 5 años; no es disfrazar los barrotes de la cárcel con una cédula electoral. La libertad es el manjar endiablado que seduce nuestro paladar para hacer trizas la realidad alienante y dibujar un mundo nuevo con cada palpitar contagiante de alegría y desenfreno que emerja de el individuo hacia fuera; y no la opresión social que incurre desde fuera y que marchita la vida de cada uno de nosotros.

domingo, abril 5

EL JUEGO SE CONTONEA EN EL JARDÍN PROHIBIDO, DONDE LA CARCAJADA TODAVÍA FLORECE.

El juego ha abandonado las obligaciones, incluyendo la más triste e insensible: la obligación de jugar. Su intuición anuncia que el “tiempo libre” es, realmente, el “tiempo esclavo” mirándose al espejo; y que el “permiso para divertirse” no puede esconder la cola, porque se delata afirmando por razón lógica que todo lo demás es puro aburrimiento. Y qué aburrido y triste es que todas las mañanas tengamos que renunciar a las dulces fantasías en las que nos envuelven los sueños, solo por que la dictadura del reloj así lo dictamine.

El tránsito cotidiano de la sociedad industrial fabrica máquinas y elimina personas. O convierte a las personas en máquinas. Sus empleos secuestran padres, les impiden a los niños tener contacto directo con ellos durante la mayor parte de los días, y devuelven dinero. Convierten el amor en una cifra económica. Hoy por hoy, todos conocen mejor la programación de la TV que a los seres con los que conviven y poco se sabe sobre la existencia de juegos que no luzcan atractivos para la intervención mediática de inexpresivas pantallas y el autómata teclear de códigos absurdos.

Pero, si el trabajo y las obligaciones establecen condiciones para fundar un imperio basado en el aburrimiento, el Juego es la renuncia a este insípido proyecto y se dispone a salpicar retazos de vida sobre las extenuadas pieles de cómplices que pretendan abandonar este cementerio social, para colorear el mundo entero con sonrisas y carcajadas.

Saltar encima de los relojes y su control, romper las abstracciones estandarizadoras, es el jocoso inicio para convertir la vida en un juego de nunca acabar. Un juego que sea reflejo multicolor de los deseos y voluntades de cada ser. Que no clausure posibilidades de experiencia y creación, sino que sea un flujo intermitente de creatividad, diversión, travesuras y amor.

viernes, abril 3

TARAREAR UN HAIKU / CON UN CALZÓN / EN LA CABEZA.

1
Los jovenzuelos lloran
debajo del puente
esperando que se caiga.

2
Esta noche las botellas
se emborrachan a solas
nadie las acaricia.

3
Dos perros ladran
en una calle vacía
nada más peligroso que sus sombras.

4
Un niño empuja
un carro de juguete
contra mí.

viernes, marzo 27

PLACER NUNCA MURIÓ, EL DINERO SIEMPRE ESTUVO MUERTO.

Los augurios precisan que la danza más bella hará gala de sus casquivanas virtudes sobre la tierra delineando en tiempo y espacio el dulce derrumbamiento de Babilonia, y que las jóvenes generaciones escaparán en busca de la cola mágica de alguna culebra sediciosa.

Pero, mientras nos perdemos en las prolongaciones de picaros y vibrantes tunelillos, incentivamos a cada fulano o fulana de sonrisa traviesa, a rociar alegrías en otros cuerpos y amedrentar las insulsas tranquilidades de las avenidas, instituciones y palacios que con tan ostentoso dictamen sepulcral ocultan el sol y oscurecen el pleno de la vida. Los monos no quieren dejar de menear la cola.

Lanzar al viento las semillas de la discordia es tan delicioso como insertarse en un levantamiento popular de polleras; por que cuando alguien habla de sexo, las faldas de las monjas se levantan solas.

¡Imagina de qué color pintaremos el mundo si hacemos el amor ahora mismo!

Los besos son los comunicados de nuestro proyecto revolucionario hecho forma de vida. Y el amigo fuego quiere resbalar entre las sabanas, cariño; se menea ansioso por encontrarse en complicidades insurrectas y demás placeres caóticos.