domingo, abril 19

MALISSE JUEGA DEBAJO DE TUS ALMOHADAS.

Malisse nació en Lima y vive, hasta el día de hoy, en casa de sus dos padres. Ellos siempre le brindaron comodidades materiales, pero poco tiempo para convivir juntos; al parecer, esto causa molestia y resentimiento en Malisse quien, al respecto, comenta lo siguiente: “Dicen que tuve una infancia tranquila, pero es mentira. Mis padres son los que mas hablan de mí, y los que menos me conocen. ¿Qué puede saber de mi alguien que en lugar de ofrecerme abrazos y amor lleno mi cuna con juguetes de plástico?”.

Malisse es una invisible carta de amor

Ella desarrolló la escuela sin problemas de aprendizaje, siempre destacó por su nivel de inteligencia, pero las actividades que se imponían como tarea obligada no eran de su agrado. Incluso, actualmente, lamenta haber experimentado esta etapa; en lugar de dedicarse a algo que ella augura, de manera irónica, como la verdadera vía y más revolucionaria forma de mejorar el mundo: el juego. Sin embargo, acepta que las aulas escolares le permitieron compartir experiencias con personas con cualidades similares, niños y jóvenes con problemas en casa, o en la misma escuela, similares gustos y deseos de delinear síntomas de alegría en sus vidas. Malisse no gustaba del deporte, y si de temas que implicasen razonamiento. El recreo lo aprovechaba para charlar con sus amigos y amigas, bromear y jugar, sentarse en las gradas, detenerse a mirar el cielo, las flores del jardín, la sonrisa de los demás niños; “ello fue lo más educativo de la escuela”, comenta, antes de reír con tono sarcástico.

Malisse asegura que no encontró fuera de casa lo que perdió dentro: el amor. Pero que, sin embargo, encontró personajes que derivaban de las mismas carencias afectivas; con los que pudo construir lindos momentos; y, sin los que, probablemente, sus intentos suicidas hubiesen florecido con mayor velocidad. Además, comenta que, la calle muchas veces se convertía en una extensión de la opresión de su casa, y no un lugar diferente; que muchas de las personas que conocía le recordaban a sus padres: “Ellos caminaban apurados, rumbo al trabajo, ¿les preocupaba la vida de sus hijos?, no, les preocupaba el dinero; si verdaderamente les preocupase el bienestar de sus hijos, no los dejarían en manos de una empleada, no los abandonarían. Ellos no tenían rostro; pero si la misma silueta que tus padres y los mismos”.

Es por eso que tiene mayor referencia de las paredes de su cuarto que de las calles de la ciudad, pero ha transitado por una gran lista de libros, dedicándose también a escribir dentro de casa; pues no simpatizaba con el común de las personas de la calle, ni con el común de objetos tecnológicos que estas habían destinado como portadores de felicidad. No concurría a fiestas a menudo, o iba en consenso con sus compañeros de estudio; pero, donde estuviese, intentaba extraer lo mejor de la vida, sentirse lo mejor posible. Y muchas veces no lo conseguía.

Malisse se trepa de un arbol, y cae como manzana prohibida

De este modo la vida de Malisse se fue desenvolviendo, dando saltos, haciendo pausas. Días y noches con alegrías y tristezas transportándose de la cama del dormitorio desordenado al plato de comida sintética esperando ser calentado por el microondas, desde la ventana de cortinas abiertas sobre la que se asomaba el brillo solar hasta los restos no barridos del espejo roto; sonidos que nunca fueron tomados en cuenta y silencios que expresaban la soledad de la existencia; experiencias sociales que hacían experimentar frustraciones y frustraciones que hacían emprender experiencias personales.

“Cuando rompes un plato, alguien te grita. Y cuando alguien te grita, te sientes como un plato arrojado al suelo: roto. Experimentas su existencia.” Malisse, además, comenta que cuando no hay nadie quien grite, o juzgue, uno mismo toma el disfraz de juez y busca hallarse los sentimientos de culpa. Ella rompió muchos platos, pero siempre comía la comida: Sus padres no la ven como una joven-problema; sus profesores, tampoco, como una estudiante irresponsable; su psicólogo fue engañado y todas sus terapias, canceladas; sus amigos de infancia suponen que se ha mudado. Y Malisse piensa que los que más mienten en el mundo son ellos; que ella lo hace por la necesidad de ser sincera consigo misma; por que ser sincera con la sociedad la condenaría a pasar el resto de sus días en el manicomio o la cárcel.

Actualmente estudia antropología y biología; pero lamenta que, irónicamente, sean los biólogos quienes se encarguen de matar en los laboratorios, para después elaborar argumentos sobre el fluir de la vida; y que los antropólogos hayan desvelado novedades sobre la historia de la especie pero tengan que conformarse con la ciencia y el progreso de un mundo que la domestica e impide su verdadera evolución. También gusta del Yoga, que es, según sus palabras, “la masturbación interna de todo el cuerpo”. Desea encontrarse con el campo, aprender a vivir por si misma, con personas con las que si comparta intensiones y anhelos. Desea un estilo de vida que no puede comprarse en un supermercado; recuperar lo perdido, e intuye que ha de empezar buscando en su corazón para crear hacia fuera espacios de convivencia en los cuales enredarse alegremente. Tal vez crear un mundo nuevo sea posible, colorear la vida que ahora luce marchita.

2 comentarios:

  1. y que elija bien los matices de ese nuevo mundo, sea este monocromo, escala de grises, color verdadero o una paleta completamente nueva.

    ResponderEliminar